Estados Mentales de Riesgo y adolescencia: ¿Cuáles son las señales de alerta y qué hacer?

Un reciente estudio publicado en la revista Molecular Psychiatry y codirigido por especialistas del Hospital Clínic de Barcelona ha determinado que los 14 años es la edad en la que comienzan la mayor parte de los trastornos mentales, debido a los cambios madurativos importantes que experimenta el cerebro en esta etapa. Si consideramos esto y la situación particular que vivimos por la pandemia, es esperable entonces que los/as adolescentes constituyan uno de los grupos más afectados por las implicancias de esta emergencia sanitaria.

Por lo tanto, es imprescindible que las personas adultas que rodeamos a los/as adolescentes, seamos capaces de detectar a tiempo cualquier cambio en ellos/as que advierta un desajuste en su salud mental. En este contexto, abordamos el tema “Estados Mentales de Riesgo y adolescencia” con Marcos Escobar, profesor diferencial y asesor en psicopedagogía y salud mental escolar de nuestra Fundación Simonne Ramain.

¿Qué son los estados mentales de riesgo?

Los estados mentales de alto riesgo o EMAR, son una serie de comportamientos y pensamientos erráticos (perceptivos, cognitivos y socioemocionales) que se dan en un periodo específico del desarrollo de una persona, generalmente en la adolescencia, y que podría ser el inicio de una psicopatología de mayor gravedad. Es importante señalar que estos signos no configuran necesariamente un diagnóstico de trastorno mental, sino son señales de alerta que deben movilizar a un proceso de evaluación más pormenorizada con una orientación fundamentalmente preventiva y de intervención precoz.

¿Los EMAR están contemplados en los manuales de enfermedades mentales?

En alguna medida sí. El DSM V contempla el Síndrome de psicosis atenuada, que es una nueva propuesta diagnóstica que busca visibilizar a las personas que presentan estados mentales de alto riesgo, condición que puede resultar ser un predictor de transición a la psicosis. El objetivo final es promover una intervención temprana capaz de atenuar y mejorar el curso del trastorno y reducir su impacto a largo plazo.

¿Qué conductas de los/as adolescentes deberían alertar a los adultos e instarlos a pedir orientación y ayuda?

Lo primero que debemos contemplar es que la adolescencia, a pesar de ser una etapa de muchos 

cambios tanto a nivel físico como mental, la gran mayoría de la población infanto-juvenil transita esta etapa sin mayores sobresaltos y terminan exhibiendo niveles adecuados de salud mental.

No obstante lo anterior, existe un número de estudiantes que presentan un comportamiento extraño a nivel perceptivo, pueden manifestar que han visto o han escuchado cosas que los demás no, ideas un poco paranoides y extrañas. Si esto se ha mantenido en el tiempo y ha empezado afectar en su rendimiento académico, su interacción social y su manejo emocional, podríamos estar hablando de un EMAR. 

En estos casos es importante actuar a tiempo y pedir las ayudas necesarias, con el fin de intervenir a tiempo y aminorar las consecuencias de un cuadro psiquiátrico mayor. Se ha observado que las acciones que se puedan tomar en etapas previas traen consigo una serie de beneficios para el estudiante afectado.

¿Cómo un profesor podría activar las redes de apoyo ante un caso de EMAR a nivel de sus alumnos?

Lo primero, que debemos saber es que solos no podemos dar respuesta al complejo panorama que puede estar viviendo un adolescente con EMAR, y que por lo tanto es necesario un análisis y abordaje conjunto con la familia, el equipo de gestión y convivencia escolar. 

También nos corresponde orientar a los padres con respecto a la derivación del estudiante al centro de salud más cercano, donde deberá ser evaluado por el equipo de salud mental de su consultorio, en la red de salud pública o en caso contrario consultar directamente con un psiquiatra infanto-juvenil o psicólogo con especialización clínica infanto-juvenil.

Si bien, en este tipo de casos es indispensable la atención a nivel del sistema de salud, es bueno que desde el establecimiento educacional no se pierda de vista el caso. Es importante que los equipos de profesionales del colegio se coordinen con el equipo de salud mental, con el objetivo de elaborar un plan de trabajo conjunto, que promueva factores protectores psicosociales en el adolescente, su retención y participación escolar. Los casos de deserción escolar por este tipo de psicopatología en Chile no es menor. 

A nivel pedagógico, se debe pensar en algunas adecuaciones de acceso (tiempo de trabajo, horario y carga académica) y curriculares (objetivos, contenidos, metodologías y evaluaciones). En la gran mayoría de estos casos, el trabajo y procesamiento cognitivos se ven afectados, junto con ello aspectos socioemocionales que influyen directamente en el desempeño del estudiante. 

Algo que es muy importante y que no se debe perder de vista, es que se debe promover la interacción social entre los mismos compañeros de curso, en donde se debe evaluar, si el o los profesores servirán de mediadores.

Los estados mentales de alto riesgo no son una necesidad educativa especial que se encuentre tipificada en los actuales decretos ministeriales de inclusión escolar, sin embargo, es importante considerar que estos estados psicopatológicos son condicionantes que se transforman en barreras para la normal adaptación socio-educacional del adolescente.

Atendiendo a este periodo de emergencia sanitaria y su potencial repercusión sobre la salud mental ¿Qué recomendaría a los establecimientos educacionales?  

Hoy en día estamos viviendo tiempos muy complejos desde el punto de vista de la salud mental, a nivel de los niños, los padres y los profesores. 

En este escenario, creo que es importante la vinculación que logre establecer cada docente con sus alumnos, es difícil poder decir que una conducta es errática o anormal si no conocemos a nuestros alumnos. 

Hay que poner acento en el conocer, para comprender y posteriormente actuar. Es decir, conociendo a mis alumnos, sus realidades, lo que piensan de la sociedad, sus familias, sus aspiraciones, voy a comprender lo que les pasa, y esto me permite poder tomar acciones frente a un eventual problema que pueda estar afectando a uno de ellos. 

Por lo observado en mi ejercicio profesional, puedo decir que son muchos los docentes que hoy en día han puesto en el centro la vinculación y el desarrollo socio-emocional de sus alumnos y que esto ha tenido un impacto positivo tanto a nivel personal, como académico. 

Adquirir habilidades para la contención emocional, se hace fundamental al momento de contener a un alumno o alumna con angustia, con un cuadro depresivo, una descompensación psicomotora o un estado mental de alto riesgo, etc.

Más información sobre Marcos Escobar 

Profesor de Educación Diferencial, magíster en psicopedagogía y especialista en problemas del aprendizaje.

Aquí lo puedes conocer más http://fundasira.cl/nuestra-historia/equipo-de-trabajo/marcos-escobar-torres/