“El rol de los adultos es clave para evitar y reducir los trastornos mentales en los niños”

María Sofía Gutiérrez, psiquiatra infanto juvenil

Con el objetivo de profundizar sobre el estado de la salud mental de los niños/a, entrevistamos a María Sofía Gutiérrez, psiquiatra infanto juvenil de la Universidad de Chile y quien actualmente se desempeña en el Hospital Víctor Ríos Ruiz de los Ángeles. Durante la conversación, la doctora y madre de dos niños, se refirió a los aspectos de la vida moderna que podrían afectar la salud mental infantil, el rol que tienen los adultos en el bienestar de sus hijos y sobre aquellas conductas que deberían considerar los padres para pedir ayuda profesional, entre otros temas.

¿Cómo describiría el estado de la salud mental infantil en Chile?

En este punto creo que las cifras hablan por sí solas. En Chile, más de un tercio de la población infanto juvenil presenta algún trastorno psiquiátrico en un período de 12 meses. Específicamente un 22,5 % presenta algún problema asociado a impedimento, cifra que nos sitúa por sobre muchas regiones latinoamericanas.

De estos niños y jóvenes, la mayoría no reciben atención y hay una brecha asistencial de 66,6% para cualquier tipo de trastorno que sube al 85% si se considera sólo el sistema sanitario formal.

Los estudios epidemiológicos serios realizados en nuestro país muestran que los factores que se han asociado a patología son la disfunción familiar, el antecedente en psicopatología en la familia y las con

secuencias que podría traer el no vivir con ambos padres.

Con lo anterior, es importante destacar que la mejor etapa para realizar prevención e intervenciones tempranas es en la infancia y adolescencia, pues la reducción de trastornos mentales en la infancia no solo predice una mejor salud mental en el adulto sino también reduce el riesgo para muchos otros problemas de salud en general.

¿Qué aspectos de la vida moderna están afectando la salud mental de los/as niños/as?

La vida rápida, la poca presencia, la poca consciencia y el genuino cansancio de los padres.  Por otra parte, está el acceso inmediato a las cosas, la poca capacidad de espera y de frustración. La autoexigencia, la competencia y la falta de autocompasión. También, habría que mencionar las nuevas formas de relacionarnos con las aparentadoras y contagiosas redes sociales.

Sin embargo, para ser justos en el análisis hay que mencionar que existe en esta época, versus la e

poca de nuestros padres, una mayor consciencia e interés sobre la relevancia de la salud mental infantil, tanto a nivel de padres, colegios y como sociedad en general.

¿Qué recomendación puede dar a padres para favorecer la salud mental de sus hijos/as?

La presencia plena, es decir el entrenamiento constante de la mente para vivir el aquí y el ahora. También, sugiero el cultivo de la auto-compasión como punto de partida, es decir la sensibilidad y apertura al sufrimiento propio y el de los demás, unida a la motivación de aliviarlo y prevenirlo. Recomiendo además el automonitoreo emocional para poder acompañar el monitoreo  emocional de nuestros hijos. Por otra parte, quiero destacar la importancia de seguir nuestras intuiciones y de criar en tribu (natural o adquirida).

Por consiguiente, la recomendación es estar consciente de la relevancia y lugar que ocupamos en la vida de nuestros hijos. Desde ahí toma sentido intentar vivir y practicar la consciencia plena y la coherencia, ya que así podemos darnos cuenta de lo importante que es estar, jugar, enseñar, reflejar emociones, contener y poner límites.

Cuando los adultos entendamos que, con nuestras palabras y sobretodo con nuestras acciones, constituimos un pilar fundamental en la regulación emocional de nuestros niños, y que de esta se desprende su capacidad de adaptación, motivación, aprendizaje,  reconocimiento y expresión emocional, pienso que lograremos construir y mantener la anhelada “felicidad”.

¿Cuál es el rol de los profesores/as en la salud mental de los niños/as?

 Los profesores cumplen un rol fundamental, pues tienen la oportunidad de compartir mucho tiempo con los niños, lo cual permite la pesquisa precoz de muchos estados anímicos, ansiedades, patologías, etc. Me ha tocado ver que muchas veces los niños sienten mucha confianza, por ejemplo, en su profesor jefe, inspector o coordinador de piso. Quienes además de cumplir un rol contenedor y de modelaje, también influyen a través de su forma de enseñar y reflejar, pudiendo incidir en forma positiva o no en el aprendizaje. De hecho, hay muchos niños que elijen ciertas áreas de desarrollo o desechan opciones solo debido a los profesores de un ramo.

¿Hay mitos que se transmiten de generación en generación y que su práctica afecta la salud mental de los/as niños/as?

Sí, creo que hay muchos mitos instaurados y aceptados socialmente que perjudican la salud mental de los niños.  El primero y esencial, desde mi punto de vista, tiene que ver con subestimar la salud mental del bebé en el útero. Los estudios muestran cada vez más cómo influye en nuestra salud mental de adultos nuestra vida intrauterina, y esto no va solamente en “evitar que la madre pase malos ratos”, sino también tiene un trasfondo de respeto hacia el nuevo ser en desarrollo y hacia esa madre que vive cambios neuro hormonales y de modificación cerebral debido a la etapa de gestación.

Siguiendo en el desarrollo aparece el mito “los bebés se acostumbraran a los brazos”, instando  a no cargarlos, cuando en realidad el contacto piel con piel y el acunar, acto tan mamífero, tiene un impacto vital en la construcción del cerebro del bebé, su desarrollo emocional y social.

Otro mito que escucho constantemente es “a veces debes pegarle para que entienda”. Frente a esto siempre me pregunto: si no debemos pegar ni amenazar a un adulto,  por qué sí correspondería hacerlo con un niño. Como madre de dos niños pequeños, entiendo que hay muchos momentos de full agote e incluso de desborde por parte de los adultos, pero esto no significa que esté bien o que sea válido que ese desborde se traduzca en golpes hacia un niño o niña.

Y el otro gran mito que he escuchado es “lo único que le puedo dejar es su educación”, cuando en realidad, lo básico que dejamos tiene que ver con las formas de relacionarnos, esos estilos de vinculación los aprendemos de nuestra figura de apego desde antes incluso de que seamos concebidos. Después, durante la vida intrauterina y finalmente en forma muy relevante los primeros mil días, es decir los 3 primeros años de vida, en el cual existen periodos muy sensibles y críticos en la configuración de nuestros cerebros. Y de esos estilos depende cómo pedimos las cosas, cuánto nos angustiamos, cuán valiosos nos sentimos, cómo nos enamoramos, etc. En conclusión, no es la educación académica lo único que podemos dejar como legado, la educación emocional es extremadamente importante y debemos siempre tenerla presente.

¿Qué conductas de los/as niños/as deben alertar a los adultos para que pidan ayuda profesional?

En general es difícil definir una conducta aislada como normal o patológica, quienes trabajamos con niños, solemos hacerlo desde un modelo ecosistémico, es decir, vemos al niño o joven siempre en el contexto de su entorno más cercano: familia, colegio, cultura, sociedad, religión o espiritualidad. Entonces es importante poder analizar desde ahí las diferentes conductas.

Como parámetros amplios en términos de variantes normales y crianza respetuosa, vuelvo a hacer un llamado a la consciencia de los padres a poder hacer un stop para pensar sobre cómo me estoy sintiendo yo frente a una conducta de un niño, cuán capaz me siento de manejarla, qué red tengo para poder cotejar y ampliar la mirada, qué opina mi familia, qué opinan otros padres que tienen líneas de crianza similares a las mías, etc.

No obstante lo anterior, obviamente existen conductas patológicas que requieren evaluación inmediata, como síntomas de pérdida del juicio de realidad, autoagresiones o pensamientos, planificaciones o intentos suicidas. Además, es importante ver si la familia tiene historia de salud mental previa, vivencias o crisis no esperadas que requieren asesoría.

Por último, yo haría un llamado a dejar de estigmatizar la salud mental.  Se entiende que como adultos tratamos de hacer lo mejor posible con las herramientas que tenemos en momentos en que el nivel de malestar nos supera o cuando la intensidad de la conducta problema se nos escapa de las manos; sin embargo, cuando hay una sugerencia objetiva y respetuosa de un profesor o familiar que insta a consultar sobre la situación, se debe pedir ayuda a profesionales bien formados que puedan discernir si esto es patológico o variante normal.

Más información de la doctora María Sofía Gutiérrez

Psiquiatra Infanto Juvenil de la Universidad de Chile, con área de interés en Psiquiatría y Salud Mental Perinatal y Crianza Respetuosa.

Actualmente cursa formación de Salud Mental Perinatal en el Instituto Europeo y se está formando en Terapia Centrada en la Compasión con Gonzalo Brito, discípulo de Paul Gilbert, realizando práctica habitual de Mindfulness y Autocompasión.

Trabaja en el Hospital Víctor Ríos Ruiz de los Ángeles en la Unidad de Psiquiatría Infanto juvenil ambulatoria y hospitalizados, donde atiende patologías severas como psicosis, trastornos del ánimo, trastornos de conducta, trastornos del espectro autista, entre otras. Además trabaja en el servicio de ginecología acompañando a mujeres gestantes, duelos y pérdidas gestacionales, labores que también realiza en consulta privada.